Dicen que el simple aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo. Este es un proverbio chino, basado en la teoría del caos, que expone que una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a mediano o corto plazo de tiempo.
Extrapolado esto a la vida cotidiana y en concreto a la toma de decisiones, podemos decir que nuestras decisiones no sólo causan consecuencias en nuestras vidas, sino que a veces salpican de rebote a otras personas. Una pequeña de nuestras decisiones, puede suponer un cambio de vida para otras personas.
Sí, a priori esto parece exagerado pero, si os paráis a pensar en vuestras vidas, seguro encontráis algún ejemplo de ello. El ejemplo más gráfico de la mía fue mi cambio de ciudad y departamento. Como he nombrado alguna vez, comencé en el departamento interno de RRHH de mi empresa y ahora estoy en el de consultoría de esta misma materia. El primero en Madrid y el segundo en Sevilla. ¿Cómo surgió la oportunidad de cambiarme y, por tanto, el momento de tomar la decisión por mi parte?, ya sabéis, ¿departamento interno de RRHH o consultoría? ¿seguir en la capital llena de posibilidades profesionales, personales y de ocio o volver al encanto de mi ciudad de siempre con el reto de potenciar los RRHH en mi comunidad?
Pero la toma de decisiones va mucho más allá, o eso dice mi amiga. Antes de iniciar “el vuelo”, hay que visualizar el camino. Hay que barajar alternativas, hay que sopesar pros y contras y plantearse el Plan B, por si por alguna de aquellas erramos al decidir. Ambas estamos de acuerdo en que es bueno hacer este análisis, pero que hay que actuar con rapidez por aquello de aprovechar las oportunidades y vivir el aquí y el ahora.
La toma de decisiones, no es solo analizar alternativas e iniciar el vuelo, sino también aletear bien fuerte para alcanzar tu destino.
Pues todo surgió porque unos meses antes otra chica, a la cual en ese momento ni conocía, tuvo que tomar otra decisión importante. La suya era más del plano personal aunque también implicaba retos profesionales. La suya era sobre aquello que mueve el mundo: el amor. La chica decidió arriesgar y, por tanto, dejó la vacante que ahora ocupo. Ya conozco a la chica y puedo decir que somos grandes amigas. Además, es muy curioso, parece que nuestras paralelas vidas llevaban tiempo jugando a encontrarse: las dos hicimos el mismo master de RRHH, a las dos nos apasiona el mundo de las personas, nuestros padres estudiaron las mismas carreras en las mismas facultades (economía ellos, biología ellas), las dos encontramos, en su día, el amor en otro país… y así podría seguir hasta aburriros, pero lo más importante: tenemos una forma de ver y entender el mundo, muy parecida.
Ella a veces se pregunta que qué hubiera pasado si se hubiera quedado en Sevilla, al igual que yo me pregunto lo de Madrid. Pero hemos llegado a la conclusión conjunta de que tomamos sendas decisiones correctas, las dos arriesgamos y las dos ganamos. ¿Habrían estado bien las otras opciones? Pues algunas cosas buenas traerían, pero ¿y todas las cosas buenas que han traído éstas? Estas son nuestras opciones, nuestras decisiones, y podemos decir, por tanto, que somos dueñas de nuestras vidas. Elegimos la página a la que pasar y nadie lo hizo por nosotras.
A día de hoy, ya han pasado dos años desde que iniciáramos el cambio. Recuerdo nítidamente, que en el primer aniversario de nuestra toma de decisiones, ella nos escribió un mail a todo el equipo en el que nos contaba que cuando le preguntaban que por qué se había ido a Valencia, contestaba con la cabeza alta que por amor. En una ocasión me contó cómo surgió ese amor: “al principio éramos sólo amigos, pero un día estábamos viendo algo en el ordenador, apoyó tímidamente su mano en mi rodilla y de repente noté que había algo más. Ahí empezaron las mariposas, desde ese día nos miramos con otros ojos.”
Probablemente si él no hubiera dado el paso, no se hubieran mirado de forma diferente nunca, no hubiera surgido el amor y ella no hubiera dejado su ciudad por él... a mí no me hubiera surgido esta oportunidad y, por tanto, mi vida sería diferente. Ni mejor ni peor. Diferente.
En resumidas cuentas, nuestro particular efecto mariposa no se hubiera materializado si él no le hubiera hecho el gesto torpe de apoyarse sobre ella. ¿Os creéis ahora lo del efecto mariposa?
Pero la toma de decisiones va mucho más allá, o eso dice mi amiga. Antes de iniciar “el vuelo”, hay que visualizar el camino. Hay que barajar alternativas, hay que sopesar pros y contras y plantearse el Plan B, por si por alguna de aquellas erramos al decidir. Ambas estamos de acuerdo en que es bueno hacer este análisis, pero que hay que actuar con rapidez por aquello de aprovechar las oportunidades y vivir el aquí y el ahora.
Por eso, siempre comentamos que tan importante es visualizar el camino, como aletear bien fuerte cuando el viento sopla en contra. Hasta el momento, hemos sabido ser consecuentes con la decisión que en su día ambas tomamos, mostrándonos firmes a pesar de las dificultades que cualquier cambio conlleva, pues queridos lectores el amor mueve el mundo pero por sí mismo, no da de comer. Sería injusto hablar sobre la toma de decisiones y no hacer mención a las veces que también nos hemos planteado dejar el camino por coger la vereda, como dice la canción. Esos momentos de debilidad también acompañan la montaña rusa emocional que conlleva la toma de decisiones, no lo olvidemos. Ese mirar atrás y pensar que antes todo era más sencillo, nos reafirma en compartir que hay que invertir todos los recursos disponibles para que la decisión se lleve a cabo.
Cuando compartimos reflexiones, siempre concluimos en que no hay decisiones acertadas o fallidas. Simplemente hay decisiones. Precisamente porque cuando decides tu camino, eliges tu trayectoria, pero nunca puedes llegar a controlar todas las condiciones del vuelo. ¿Qué ocurre si colisionas con otra mariposa o si cerca vuela otro insecto con mucha más fuerza que tú? ¿Qué pasa, si el camino es mucho más largo de los esperado como le ocurrió a Vasco da Gama o Cristóbal Colón? Entramos en conflicto y eso hay que resolverlo.
La toma de decisiones, no es solo analizar alternativas e iniciar el vuelo, sino también aletear bien fuerte para alcanzar tu destino.
PD: Por si os pica el gusanillo de la curiosidad, mi amiga vuela feliz por las corrientes aéreas de Levante. Sigue moviendo con fuerza sus alas, pues sabe que a pesar de haber pisado tierra firme en el terreno amoroso, le queda mucho camino por delante en otros ámbitos.
Este post ha sido escrito entre las dos, entrelazando mensajes, borradores, rutas de vuelo y aleteo de alas. Gracias Inma.
Sin duda que los emprendedores deben tomar con cautela cada una de las decisiones, además de permitir al equipo de trabajo incluso involucrarse para ver con otra perspectiva el rumbo de la empresa.
ResponderEliminarPara cuidar y procurar al personal y su repercusión, deseamos que consultes el siguiente material y si tienes a un colega que le sea de utilidad, compartirlo.
Éxito http://bit.ly/1lJ7cs3