El viernes tuve la ocasión de ver en el teatro La Latina, la extraordinaria obra "Llama un Inspector". Obra que trata sobre las injusticias sociales y nos transmite un mensaje de profunda repercusión social: "todos formamos parte de un sólo cuerpo y somos responsables los unos de los otros".
La función resultó particularmente especial para mí, ya que mi abuelo dirigió esta obra hace ya cincuenta años. Actuando él mismo en el papel del inspector, y con mi abuela (que ya había tenido 7 de sus 11 hijos) como la actriz protagonista. Mi abuelo, que fue juez y político en tiempos de dictadura (por si esto fuera poco) dirigía obras de teatro en sus ratos libres. Eran momentos difíciles, ya se sabe, y el director del colegio al que pertenecían los chicos que iban a actuar en la obra, decidió que ésta no era "apropiada". Mi abuelo, que no se callaba ante nada, ni ante nadie y menos ante las injusticias, tomó la decisión de dirigir la obra con un nuevo reparto, sus mejores amigos. Así, se representó la nueva función, con el fiscal, el secretario judicial y el forense como actores principales.
La verdad es que puedo imaginarme, que el impacto que pudo suponer la obra en esa época fue mayor que el que puede causar hoy día. Ya que trata, sobretodo, de la injusticia social y de la responsabilidad que tenemos los unos sobre los otros. Sin embargo, como todo en la vida, podemos, con un poco de imaginación, extrapolar aquellos acontecimientos a la época actual (no olvidemos que el comportamiento del hombre suele ser recurrente, aunque cambien los acontecimientos y los escenarios).
Hoy día vivimos con prisas, siempre ensimismados en nuestros propios problemas y preocupaciones. Y, a veces, no nos damos cuenta de la influencia positiva o negativa que podemos ejercer en los demás. Centrándonos en el mudo laboral, no nos paramos a pensar hasta que punto una mala mirada o contestación puede afectar a un compañero o empleado, e incluso en algunos casos, hundirlo (porque no todos somos igual de fuertes o débiles mentalmente). Y como, sin embargo, un -buen trabajo!, una simple sonrisa o un bonito cumplido al llegar a la oficina, puede animar y motivar hasta al más pesimista de nuestros compañeros.
Agradar es gratis, ¿por qué no lo hacemos más a menudo? Son pequeñas cosas, sí, pero las necesitamos. Por mucho que a veces nos sintamos seres individualistas y que nosotros solitos podemos con todo, somos seres sociales, nos necesitamos los unos a los otros.
Deberíamos intentar hacernos la vida un poco más sencilla, un poco más feliz. Y no sólo por los demás, también por nosotros mismos, porque, como dice la canción, "cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da...". Así, como siempre decía una compañera del master, si tú das cosas positivas, atraes cosas positivas
Comprobadlo mañana por la mañana, que es lunes, alegradle el día a alguien con un simple cumplido. Veréis como esa persona mañana trabajará más, mejor y, lo que es más importante, más feliz. Y recordad, agradar es gratis, hagámoslo.
Elisa me ha gustado mucho tu reflexión sobre la obra de teatro.Sigue así adelante.
ResponderEliminarGerenteus
Elisa,hoy que he tenido un mal día en el trabajo me ha venido muy bien leer tus consejos. Gracias.
ResponderEliminarfv57
Querida Elisa:
ResponderEliminarTu tío Juan se ha emocionado por tu sensibilidad y evocación sobre allgo que ha vivido en primera persona.
Besos a ti y a tus padres que se tienen que sentir muy orgullosos.
muy bonito,la belleza persiste en el recuerdo y en este caso queda constatado en esta tercera generación.besos Lili
ResponderEliminarMuchísimas gracias por vuestros comentarios. Significa mucho para mí que os haya gustado,al fin y al cabo sois vosotros los que lo vivísteis en primera persona. Espero que os haya gustado mi blog, y seguidme a partir de ahora porque pronto voy a escribir un post entero del abuelo, ya que es un buen ejemplo de trabajo y vida para todos.
ResponderEliminarEs que tu tío Juan es una de las personas más buenas que he conocido, y se lo merece todo. Quiérele mucho.
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