jueves, 26 de enero de 2012

Inconformismo


"Me casé en Salamanca y cuando acabó la guerra nos vinimos a Madrid. Tengo una mujer, dos hijos pequeños y un hogar en el que al menos alguien me espera al final del día, por duro que haya sido. Nuestra casa no se parece en nada a ésta, pero tiene siempre un brasero encendido y risas de niños en el pasillo. Mis hijos se llaman Ignacio y Miguel, mi mujer, Amalia. Nunca la he querido tanto como te quise a ti, ni mueve el culo con tu gracia cuando anda por la calle, ni jamás la he llegado a desear ni la cuarta parte de lo que te he deseado a ti. Pero siempre pone buena cara ante las dificultades, y canta cuando está en la cocina guisando lo poco que hay, y me abraza en medio de la noche cada vez que me atormentan las pesadillas."

Este pasaje pertenece al libro "El tiempo entre costuras", un libro que supo transportarme a épocas pasadas y escenarios lejanos, pero no por ello menos familiares. El libro se desarrolla en Tánger, ciudad en la que vivieron mis abuelos y de la que mi abuela siempre nos hablaba con tanto cariño, transmitiéndonos lo cosmopolita y europea que era Tánger en aquella época, mucho más que la España dictatorial de entonces. Os lo recomiendo a todos.

Este pasaje en concreto es uno de mis preferidos. Ignacio, el primer novio de la protagonista, con el que se reencuentra años después, le hace esta entrañable confesión. La verdad es que su discurso no deja indiferente, por el melancólico conformismo que desprende.

Guardando las distancias, en cuanto a época, temática y sobretodo motivos (ya que el conformismo de Ignacio, era quizás un conformismo obligado). Me ha venido a la memoria este pasaje, cuando me disponía a hablar del inconformismo laboral. ¿Es bueno o malo ser inconformistas en nuestro trabajo?

Pues como todo y como decía la canción, depende. Inconformista en el sentido de insatisfecho no es bueno, porque debemos disfrutar en cada momento de lo que tenemos y sacar el mayor jugo a cada una de nuestras etapas profesionales, ya que todas tendrán cosas diferentes que aportarnos. Sin embargo, si es bueno tener esa "sana ambición" de aspirar siempre a más y arriesgarte en algún momento si se da la ocasión.

A veces nos estancamos en un trabajo o posición por miedo a cambiar y equivocarnos. Y más ahora, con los tiempos que corren, que pensamos que tener un trabajo ya es un milagro, así que preferimos no arriesgar y "virgencita, virgencita que me quede como estoy". Pero todos los expertos lo saben, las situaciones que te aportan más y que te hacen crecer en mayor medida profesionalmente, sólo llegan cuando se arriesga. Ya sabéis el famoso ROI, toda inversión requiere un riesgo pero cuanto más grande sea éste, más grande será el retorno.

Yo aconsejaría en general tirarse a la piscina (asomándote un poquito para comprobar que haya algo de agua), pero tirarte es lo que te hará crecer profesionalmente. Y recuerda, quien no arriesga, no gana. Así que si se presenta una oportunidad laboral más interesante que la que tenemos, cojámosla y no la dejemos escapar por miedo a asumir un riesgo.

Asimismo, respecto a los jóvenes, si estamos en un trabajo que no nos llena, no nos satisface y sólo hace anularnos, hay que intentar cambiar por todos los medios y no quedarnos estancados, por miedo a pensar "al menos tengo algo". No nos conformemos con todo, con la excusa de la crisis. Estamos en la edad de construir nuestros cimientos profesionales, por tanto, mejor poner unos primeros ladrillos sólidos. Es decir, trabajos que nos aporten, nos formen y nos motiven. Si tenemos que irnos fuera para conseguir eso, nos iremos. Pero no nos conformemos, por favor.


A mi compañera Blanca, que sé que se está leyendo el libro, porque la voy a echar mucho de menos en esta nueva etapa profesional.

3 comentarios:

  1. La ambición siempre tiene que estar presente en nuestras vidas, tanto en lo personal como en lo profesional. Pero siempre esa "sana ambición" que comentas, sin pisar a nadie, con la conciencia tranquila y con ganas de más.

    Creo que esa es la clave para cualquier progresión. Es necesaria esa ambición. Sin las ganas de llegar a más, de progresar, de promocionarl, nos estancaríamos en todo...

    Yo, desde luego, soy ambicioso.

    ¡Un saludo!

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  2. El incormismo es una especie de "defecto-virtud" el ser inconformista hace que siempre estemos esperando cosas mejores, a cada cosa que conseguimos no le acompaña una plena satisfacción sino que queremos más, y la felicidad que nos aporta queda reducida a un instante, una vez que pasa ya no existe.

    Sin embargo, esta misma insatisfacción que nos impide disfrutar del momento presenta es la clave de la evolución humana, piensa que si el hombre no fuera ambicioso nunca habría salido de la cueva, o no habría inventado la rueda, porqué para qué ¿a caso no estaban agusto así? ¿para qué complicarnos?. Sin duda al inconformismo le debemos los grandes logros de la vida. Pero discrepo en una cosa en eso de "lanzarse a la piscina" prefiero, como dice Susana Tamaro en su libro : " sientate y aguarda, aguarda y aguarda aún más, escucha a tu corazón..... y cuando te hable levántate y vé hacia donde él te lleve"

    ;-)

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  3. Pilar Rivero Millán27 de mayo de 2012, 15:02

    Acabo de leer esta entrada de tu blog; creo que la he leído en un momento de mi vida en el que "me he tirado a la piscina".
    Me dispongo a dejar mi trabajo estable en mi ciudad y mi casa. Todo para lanzarme a algo nuevo, sola y en otra ciudad. Me aparecen muchos miedo e inseguridades, pero tengo esa ambición de la que hablas, aquello que me hace dar el paso.
    Puede que me equivoque; y seguro, que el cambio no será fácil, pero es verdad que lo hago por crecer profesionalmente.
    El otro día acudí a un curso de odontología estética y en él me recomendaron un libro. Acudí a la librería a buscarlo y mi sorpresa fue encontrarlo entre los libros de auto ayuda. Nunca antes, me había pasado algo así. La curiosidad me pudo y lo compré. Se trata de un libro llamado "flow" (fluir), donde habla de esa necesidad de dejarse llevar por la vida, pero siempre disfrutando cada momento. Explica como el ser humano se obsesiona siempre con tener cada vez más para ser feliz y de esa manera nunca llega a disfrutar lo que tiene en cada momento.

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