Dentro de nuestra sección de competencias y siguiendo con la competencia de la Toma de Decisiones, hoy vamos a hablar de:
La toma de decisiones o la vida
por Descartes
Otro de
los grandes enemigos, de la vida en general y la toma de decisiones en
particular, es el miedo. Como nos da miedo tomar decisiones importantes, en
muchas ocasiones, lo que hacemos es simplemente no tomarlas, evitarlas, postergarlas,
dejarlas pasar.
Debemos
tener presente que la peor decisión es la indecisión, porque sin darnos cuenta
ya es una decisión en sí misma. La decisión se tomará queramos o no, la tomarán
por nosotros otras personas, la tomarán las circunstancias o la tomará la
simple inercia, pero se tomará. Por tanto, tomemos nosotros las riendas de
nuestra vida, que para algo es nuestra y no le pertenece a los demás, ni a las circunstancias, ni mucho
menos a la inercia.
En esas
ocasiones en que dejamos las decisiones depender de algo externo se produce lo
que yo llamo “la vida por Descartes” y no,
en esta ocasión no hablo del ilustre filósofo. Os lo cuento con dos
sencillas anécdotas reales que no precisan de demasiada explicación, ahí os las
dejo, para que cada uno saque sus propias conclusiones:
La primera anécdota ocurrió un día que
estaba tomando café en mi oficina. Escuché como una compañera abogada se
quejaba a otra de su trabajo, no le gustaba lo que hacía, ninguna de sus
tareas. Su compañera de departamento le preguntó:
- Y
¿por qué estudiaste Derecho?
- No
sé, descarte, no me gustaban las ciencias; y de letras, filosofía e historia no
tenían salida, periodismo no me molaba. Elegí Derecho como mal menor. Además,
muchas de mis amigas iban a estudiar Derecho también.
- Y una
vez que acabaste la carrera ¿por qué te especializaste en asesoría jurídica? Derecho
tiene otras muchas salidas.
-
Supongo que descarte también. El master de fiscal es aún peor ¿yo calculando
IVAS e IRPFS? Déjate.
- Bueno
y ¿por qué aplicaste a esta empresa?
- Vaya,
pues supongo que nuevamente por descarte.
Las dos
se miraron, se rieron y salieron de la zona del café a seguir cada una con sus
tareas. La chica en cuestión, con aquellas que odiaba, aquellas que detestaba, aquellas que fueron elegidas por Descartes.
La segunda anécdota bien podría valer
hasta para un chiste, supongo que malo, pero chiste en cualquier caso.
Estaba
con dos buenos amigos míos y uno le preguntó al otro que por qué estudió
Derecho:
-Yo es
que comencé Administración y Dirección de Empresas pero me fue regular, sólo
aprobé una asignatura el primer año y, bueno, como era una de Derecho, me dije,
pues Derecho. El siguiente año cambié las calculadoras por los libros tochos.
El
otro, que es de los míos, alucinado con la respuesta, le contestó:
-Y si hubiera sido informática la que hubieras
aprobado ¿tendríamos a un ingeniero
entre nosotros?
Los
tres nos reímos. El que preguntó, con una mezcla de sorpresa e incredulidad;
yo, con un sentimiento agridulce de empatía; él, ajeno a que no era él mismo el
que tomaba sus propias decisiones.
¡¡¡Es verdad!!! La clave del éxito, la seguridad en uno mismo, olvidarse de las apariencias y la decisión.
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